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sábado, 17 de noviembre de 2007

En el banco de la Plaza

Se sentaba en la plaza al mediodía. Con frío, con calor, en días grises, en días de sol. Esperaba a una mujer ideal o evadía la soledad de su casa.
Aquella tarde oyó pasos traviesos de una niña morena que lo miraba con ternura.
Se sentó en otro banco, más cerca de los álamos y se hundió en el diario. La nena se siguió aproximando, con su vestido rosa y zapatillas sucias de arena.
Le ofreció una flor que había arrancado cerca de las hamacas, él la miró sobre sus lentes y le dijo que no.
La vio irse hacia los juegos casi corriendo. Leyó el suplemento cultural, los avisos fúnebres y las notas internacionales. Se enteró de que un pueblo del Perú precisaba ayuda por un sismo y otro argentino por la inundación. Colchones, mantas, frazadas, alimentos, medicamentos.
El reloj de la Catedral dio las tres.
La nena volvió a pasar cerca, esta vez con su mamá. Linda mujer de pelo caoba con flores blancas, vestido hindú y piernas resueltas, pensó. Nunca las había visto antes.
La nena lo señaló y se acercaron.
- Somos nuevas en la ciudad, Magalí quería darle una flor...
- Me parece bien, señora, pero que la nena no se acostumbre a hablar con extraños... esta ciudad es grande y los problemas también.
- Tiene razón, vivíamos solas en un pueblo, pero conseguí trabajo aquí... -dijo señalando hacia el centro comercial.
- ¿Y su esposo?
El silencio fue opresivo y la lluvia que se acercaba, acechante. Caminaron los tres hacia el bar de la esquina donde él invitó. Don Baltazar lo miró con satisfacción desde la barra.

Hace más de diez años que los veo juntos, caminan por tucumán tomados de la mano y beben café en lo de don Baltazar mientras se miran con cariño. Yo sigo mi rumbo hacia la peatonal.

1 comentario:

An insane prisioner of your heart dijo...

Muy linda historia, corta, pero bella al fin. me encanta como entretejes las palabras armando poesia, poesia y mças poesia.
muy lindo tu blog, lo lei de pies a cabeza,
dejo las puertas abiertas del mio